Así somos las personas, débiles cuando sentimos que no
tenemos a qué aferrarnos, obstinadas cuando encontramos algo en lo que ponemos
toda nuestra fe y egoístas en cuanto a la importancia que nos gusta
atribuirnos.
De la nada creamos un todo, en lo bueno y en lo malo; Somos
seres de extremos, de máximos y de mínimos, de blanco o negro, viviendo en un
gris constante. Dotados de un hambre infinita, con deseos de imposibles y
dueños de una tierra y un mundo que nos hemos atribuido.
Somos tan grandes como no sabemos, tan miserables como
grandes nos creemos. Convertimos nuestras mayores virtudes en nuestros peores
defectos, somos eternos insatisfechos.
Cuando todo nos da la espalda deambulamos por el mundo,
dejando que el bostezo del insidioso y el aprovechado nos embarque en su nave
putrefacta que crece al mismo ritmo que su propio hedor. Queremos un amo, un
pastor, alguien que piense por nosotros, que decida y al que podamos aplaudir;
Y si finalmente nuestro amo nos produce repulsa, encontramos a uno nuevo,
provisto de diferente atuendo pero con el mismo fin, saciar el hambre, su
hambre, aquella que es imposible satisfacer.
El ser humano por sí solo es capaz de alzar la voz, en
conjunto de mover el mundo; Solo, puede llamar la atención, unido a otros
tendrá a su alcance cambiar su destino. Finalmente, solo, será capaz de plantar
la semilla del veneno que susurrará en las egocéntricas y temerosas mentes del
resto, y en grupo decidirá rivalizar y atropellar a aquél que disienta de su objetivo
vital.
Competimos por nada y apostamos por todo, luchamos por
darnos a conocer y empeñamos un tiempo que al final será irrecuperable. Hacemos
daño de todas las formas posibles, queriendo y sin querer, esgrimiendo justificaciones
a modo de dosis de morfina, inventando razones que convenzan a otros para que
ellos logren convencernos a su vez.
Tan capaces de tender la mano y levantar a alguien como de
retirarla y volverlo a dejar caer. Clarividentes hasta lograr deducir lo que
opinan y hablan tras una pared, sordos capaces de no escuchar al que tenemos al
lado, obtusos hasta el punto de olvidar
al ser amado.
Seres de fallo constante, entes del objetivo errado. Vivimos un viaje apasionante, y optamos por
hacerlo mirando al final, intentamos remediar lo irremediable y detener lo
inevitable.
Valientes en el momento más inesperado, cobardes adscritos
al guión de nuestra desidia, solidarios capaz de dar la vida, mezquinos capaz
de arrebatarla.
Queremos parecer pero no estar, queremos estar bien aunque
para ello otros no lo estén, queremos cambiar pero no ser responsables.
Somos seres de luz con el botón para apagarla, prodigios de
la creación y dioses de la nada. Florecemos de la miseria, nos erguimos ante lo
imposible, nos pudrimos en la opulencia y caemos ante lo moral.
Jueces de nosotros mismos intentando serlo de los demás,
sabemos un poco de casi todo que es lo mismo que no saber nada de casi nada.
Incapaces en el momento de alzarnos, corruptos en el poder;
Ansiamos lo que no tenemos y lo que tenemos lo dejamos perder.
Así son la personas, maravillosas y aterradoras, portadoras
del bien y del mal. Son madres y padres, son hijos, son creadores de vida y son
verdugos.
Causa tristeza pensar
que siempre acabamos conformándonos con ser algo que no queremos y dejamos de ser aquello que realmente
podríamos ser.
Puede que algún día se nos terminen las oportunidades..